Señor Presidente,

Chile ha demostrado, una y otra vez, que puede liderar con humanidad y responsabilidad en temas de derechos animales. Desde la promulgación de la Ley Cholito hasta las campañas para esterilización y tenencia responsable, hemos avanzado hacia una sociedad mas consciente. Sin embargo, una mancha persiste en nuestra historia reciente: las carreras de perros, una practica que vulnera profundamente los derechos de estos animales y contradice los valores de respeto y cuidado que queremos fomentar.

Las carreras de galgos y otros perros no son deporte; son explotación. Estas actividades implican entrenamientos brutales, donde los animales son forzados a correr hasta el agotamiento extremo, muchas veces bajo condiciones climáticas adversas. Y cuando ya no sirven para competir, su destino suele ser el abandono, el maltrato o incluso el sacrificio. No hay romanticismo ni tradición que justifique el sufrimiento de seres vivos que, al igual que nosotros, sienten dolor, miedo y angustia.

Señor Presidente, usted ha reiterado en su mandato su compromiso con los derechos humanos y el cuidado del medioambiente. ¿Por qué no extender esa visión a nuestros compañeros animales? Países como Argentina, Inglaterra y Australia han dado pasos significativos al prohibir las carreras de perros, reconociendo que no tienen cabida en una sociedad moderna. Chile no puede quedarse atrás.

Esta no es solo una cuestión de bienestar animal, sino también de justicia social. Las carreras de perros están asociadas al juego clandestino y a redes de explotación económica que se alimentan del sufrimiento de los mas vulnerables, tanto humanos como animales. Regularlas no es la solución,la única respuesta ética es su abolición total.

Le pedimos, señor Presidente, que impulse una ley clara y contundente que prohiba estas prácticas en todo el territorio nacional. Hacerlo enviara un mensaje poderoso: que en Chile la compasión y la empatía son los valores que nos guían.

Porque cuando protegemos a los mas indefensos, nos hacemos un poco mas grandes como país.

Atentamente,
Carlos PIchuante.